viernes, diciembre 31, 2010

La raedilad spurea la fcicón


Sgeun un etsduio de una uivenrsdiad ignlsea, no ipmotra el
odren en el que las ltears etsan ersciats, la uicna csoa ipormtnate es que
la pmrirea y la utlima ltera esten ecsritas en la psiocion cocrrtea. El
rsteo peuden estar ttaolmntee mal y aun pordas lerelo sin pobrleams. Etso
es pquore no lemeos cada ltera por si msima snio que la paalbra es un tdoo.



Hasta qué punto os hace pensar este texto acerca de lo inútiles, complicadas, y retorcidas que pueden llegar a ser las formalidades? Ya sea escribir o ''lo políticamente correcto''... Parece que vivimos en un mundo de apariencias y espejismos, donde todo parece pero no es, o almenos no del todo. Sólo una cosa más que añadir:


La raedilad spurea la fcicón

jueves, diciembre 09, 2010

Sólo son tan buenos como el mundo se lo permite.


Sin duda era una noche oscura, de esas en las que uno no quiere salir, una de esas en las que uno prefiere taparse con la manta hasta arriba, una de esas en las que crees oir sonidos que no están sonando, una de esas en las que el viento es capaz de sacar tus miedos más profundos para exponerlos a una oscuridad alumbrada únicamente por una Luna suspendida en el cielo, cubierto por nubes negras, que impiden ver las estrellas... Una noche de escalofrio en las que, tapado e intentando sentirte seguro de todo eso, cierras fuerte los ojos, esperando con ansia dormir antes de que puedas darte cuenta y ansiando que llegue el mañana y te salve de todo. Una noche para olvidar.... Aunque no para todos. No era hora de salir a la ciudad, pero menos aún era hora de salir a la iglésia donde estaba el cementerio, que estaba unos kilómetros más arriba de la ciudad, en una pequeña colina a la cual se podía llegar por un pequeño sendero. Dos figuras se encontraban sobre el tejado de la iglésia, una sentada en el tejado y la otra apoyada con una mano en la torre del campanario y la otra mano en la cintura, con los pies cruzados. Sus sombras se mostraban igual de oscuras que la noche, enfatizadas por la ténue luz de la nublada y solitaria Luna, sin compañía de sus habituales estrellas. Contemplaban la noche con una tranquilidad sobrenatural para cualquier persona que estuviera en el mismo sitio y en las mismas circunstáncias. Los ojos rojos de la figura apoyada en la torre del campanario brillaban con un destello malévolo, y sonreía de modo satisfecho, exhibiendo unas facciones duras, agresivas. La otra figura parecía desorientada, triste... Estaba con las manos cruzadas, como si rezara, y con la cabeza cubierta por una capucha, un tanto agachada... Sentada en el tejado. Su actitud delataba intranquilidad. Sus labios se movían, y el vendaval arrastraba unas palabras que se confundían con el silbido incesante del viento:

- Puedo correr sin parar, huyendo del peligro hasta el fin del mundo.
- Puedo esconderme en cualquier rincón por pequeño y húmedo que sea.
- Puedo saltar todos los obstáculos que interrumpan mi camino y volar si hace falta.
- Puedo camuflarme entre las ramas, puedo convertirme en otra persona, puedo parecer de piedra siendo papel.
- Puedo ser sombra y escurrirme entre las calles.
- Puedo aparecer en el momento menos adecuado o escabullirme sin dejar pistas.
- Puedo ser todo lo que quieras, pero nunca seré lo que esperas.
- Puedo hacer todo aquello que este en mi mano, pero seguiréis ahí, para siempre, ahogándome poco a poco.
- Sois la termita que corroe la madera, el parásito que chupa la sangre, el cáncer de la vida.
- Sois todo aquello contra lo que lucho diariamente y, sinceramente, estoy agotada...

(...)


- The ghost in the shell:
Hablas sobre tu realidad... Lo que te rodea... Sobre cómo te hace sentir. Es evidente que se trata de un sentimiento acerca de la realidad que forma tu día a día... Asfixiándote, torturándote, corrompiéndote... Por que a veces, la realidad y sus habitantes pueden ser asquerosamente vomitivos. Son capaces de sacar lo peor de ti, sin importar lo que hagas o donde te escondas... Están ahí, invadiendo tu intimidad... Observando, apuntando con un dedo acusador.

- The phantom of the opera:
Mentí el otro dia cuando te dije que no importaba lo que pudieran decir sobre mi. Mis miedos y mis pensamientos, eso es lo que me asfixia...

- The ghost in the shell:
Y esos miedos, de dónde vienen?

- The phantom of the opera:
No sé... Ni siquiera creo que quiera saberlo.

- The ghost in the shell:
Y dime, puedes vivir con el miedo, la inseguridad, la incerteza de ni siquiera saber si quieres saberlo?

- The phantom of the opera:
...

- The ghost in the shell:
Te da miedo no encajar... Por un lado te gusta ese sentimiento de no pertenecer claramente a ningún lado... Te hace ser más tú, más única... Más viva... Pero algunos días la realidad te traiciona, te pega una patada en la boca y te da la espalda, haciéndote sentir derrotado. Te levantas y dices, afrontando tu cruda realidad con pesadumbre: ''Toca volver a la rutina''. Y es como si te miraran, como si observaran, como si juzgaran, como si estuvieras pendiente de la etiqueta que te están a punto de colgar para luego clasificarte... Y no queremos ser sentenciados de un modo tan cruel. Nos da miedo, nos hace sentir aterrados, nos hace estar pendientes de sus movimientos, y cuando te quieres dar cuenta, estás actuando como uno de ellos - Dijo en medio de una risita cruel, mirándola sin piedad, sabiendo que la estaba torturando mentalmente, sabiendo que estaba aplastando su mente... - Es como si al colgarte la etiqueta, te metieran en un enorme pozo oscuro y húmedo con los que llevan la misma etiqueta que tú... Y entonces es cuando te das cuenta que ser distinto tiene un precio muy alto que a veces pagas siendo marginado, deshechado como un leproso... El precio de a menudo sentirte solo... Tristeza... El sentimiento de sentirte incomprendido, aislado, enfadado, rabioso con el mundo, deseando que se pudran en lo hondo de otro pozo como el tuyo... Y te preguntas porqué, una y otra vez, y ves sus caras indiferentes, apuntando con firmeza cual es el lugar de los de tu calaña, el sitio que te corresponde, el sitio donde tus cadenas te atan, remarcando que es así y no hay vuelta de hoja ni un felices para siempre.

- The phantom of the opera:
Por eso construyes un muro?

- The ghost in the shell:
Por eso ni siquiera debemos permitirles el lujo ni la satisfacción de ver cómo lo que hacen puede dolernos... Por eso les hago creer que la máscara que llevo es la que realmente me hace ser como soy, por eso soy un monstruo para ellos, una cosa non grata... Les muestro mi lado falso, una pared formada a partir de los reflejos más oscuros de mí mismo... A monstruos como tú o como yo no nos interesa que corrompan nuestra perturbada paz, ni que nos enfaden con sus mentiras y tonterias. Tan sólo somos unos condenados, atados por las cadenas del destino y con una hoz colgando, apuntando directamente a nuestro cuello... Un sentimiento de condena que nos hace volver locos por cada segundo que pasa y vemos cómo esa hoz se balancea, haciendo temblar nuestra realidad, temiendo que ese pueda ser nuestro último segundo y que cuando queramos darnos cuenta, ya sólo seamos una sombra.

- The phantom of the opera:
Pero yo no soy así... Yo no quiero creer que la realidad es así de triste...

- The ghost in the shell:
Mírame a mi! Yo simplemente me rio de ellos en su cara y ellos ni se dan cuenta... Están más preocupados por sí mismos. Son mucho más felices siendo ignorantes, pero yo disfruto de mi solitaria paz mientras me mofo en sus caras sin que se den cuenta, provocando un juicio falso que por lo general, me divierte más que me aflige... Y río al ver el falso resultado del falso juicio, sabiendo que son tan simples que ni siquiera se molestarán en entender el porqué, ni siquiera por entender si unos actos tan excéntricos son incluso posibles.

- The phantom of the opera:
Sólo te falta la risa de malvado de fondo... Das miedo.

- The ghost in the shell:
Una vez oí una frase que me marcó, y mi mundo y realidad, podrido para muchos, dicta que para seres como tú o yo es aplicable... A menudo mi lado oscuro me hace pensar en ella, arrojando cualquier haz de luz al lugar más oscuro de mis entrañas, haciendo que mire al mundo por encima del hombro, con desprecio, pensando que no son más que pobres desgraciados cogiendo ticket para su juicio final... Que están sentenciados a vagar por un túnel oscuro por el que pasa un tren a toda velocidad que arrasa con lo que se encuentre en medio.


El viento silbante pareció establecer una pausa caótica, exasperante... Como si estuviera dejando tiempo para coger aire para lo que iba a decir el individuo...



''Sólo son tan buenos como su mundo se lo permite''



La conversa se detuvo a medida que las hojas otoñales de los árboles volaban con el frio viento que soplaba con furia, jugando con ellas caprichosamente en una noche oscura como pocas se han visto... Los dos seres, uno desoncertado y desorientado y el otro satisfecho y malvado, riendo de su propio sentimiento de desquicio, de su locura, rabia, y incluso su misma maldad, compartieron la vista de un cielo poblado de nubes sombrías, dejando entrever entre los bancos de oscuridad formados por las nubes una Luna que parecía el centro de todo, brillando en medio de tanta oscuridad, como un rayo de esperanza que apuntaba directamente al pobre individuo desconcertado y desolado, que se negaba a creer lo que su acompañante le decía... Animándole a que no perdiera la esperanza.

miércoles, noviembre 17, 2010

El dilema moral del conocimiento. ( duda metódica)


El progreso es algo innegable hoy en día: Mentes brillantes en todos lados del mundo dedicadas a distintos campos ( ya sean estudios o actividades laborales) hacen posible que dicho progreso, basado en el conocimiento, sea un hecho prácticamente palpable, pese a ser algo inmaterial. Se trata sin duda de personas que han propuesto algo distinto y radical que ha llamado la atención de unos para bien, y de otros para mal, siendo a menudo la parte mala la predominante, a causa de la dificultad de aceptar cosas que van más allá de su patrón de ideales. Raramente un proyecto radicalmente innovador es bien recibido por todos. Pero el hecho es que el mundo sigue girando, y no es tan fácil echar freno a creencias tan sólidas de individuos tan resueltos y realizados con su trabajo, que no se detienen, sin importar las críticas o adversidades que se les echen encima. Pero, volviendo a lo que el título sugiere y abandonando tan breve introducción, me propongo proponer una propuesta ( viva la redundáncia) contradictória con lo expuesto hasta ahora. Pretendo dudar del conocimiento y del progreso. Me gustaría dejar claro que tan sólo se trata de una duda sin propósito alguno salvo poner en entredicho la realidad tan palpable pero a la vez tan fictícia que lo que llamamos ''conocimiento'' nos ofrece. Así pues, formulando una hipótesis basada en la toleráncia a las críticas que no vean más allá de que es simplemente lo que nuestro amigo Descartes llamaría una ''duda metódica'', con el consiguiente de admitir que no es una duda real, puesto que el conocimiento no es cuestionable para mi en la realidad, pero sí COMO CONCEPTO, yo dudo del progreso ( siendo siempre alguien hipotetizando, sin la pretensión de ofrecer ninguna clase de verdad universal). Dicho esto... Qué es el cambio? Qué es el progreso? Qué es el conocimiento, que engloba los conceptos previamente mencionados? Es realmente algo de lo que se pueda dudar? Qué aporta dicha duda?... Es necesário enfocar el cambio suponiendo de antemano la dualidad entre la seguridad de uno o un colectivo con la obtención de respuestas y la comodidad frente al conocimiento para entender esta teoria. Mirando atrás en el tiempo, muy atrás, nos topamos con el comienzo de la humanidad y unos homínidos asustados por el mundo hostil en el que se encontraban. Estos, buscaban la explicación de los sucesos que acontecían a su alrededor, tan peculiares para ellos, a través de los mitos. Y así fué durante mucho tiempo hasta la aparición de los físicos, que trajeron luz al mundo dudando de la existéncia de los dioses y otros entes divinos, supuestamente causantes de las diversas desgrácias, victórias, y otros muchos factores, según su antojo y humor. La explicación de las cosas según la naturaleza y no caprichos sobrenaturales, fué un paso importante que dió camino al famoso avance de ''el mito al logos'', que a su vez dió lugar a las primeras escuelas de filósofos, los cuales se dedicaban a dudar ante un mundo que los miraba con el ceño fruncido, con tal de obtener verdad. Los mecanismos de la ciencia empezaron a moverse, y surgieron distintos movimientos y corrientes de pensamiento filosófico que plantearon novedosas y asfixiantes dudas que hicieron temblar los cimientos de un mundo construido por dioses, según las creencias populares. El mundo progresó de manera notable hasta entrar en la edad media, o edad oscura, en la que cual la ciencia entró en recesión. Esta se propagaba bajo el estandarte de una entidad absoluta ( quizás no fuera tan absoluta si nos paramos a pensar que los que ejercían la justícia eran comandados por una persona de carne y hueso sentada en un trono, en el corazón de Itália) que no daba cuartelillo a la investigación, tildando de hereje a todo aquél que predicara premisas más allá de lo que la iglésia estuviera dispuesta a aceptar. Con el descubrimiento del nuevo mundo y la demostración de diversos hechos, así como que la Tierra era redonda, tomaron sentido las teorias de científicos a los que no se permitió propagar el verdadero conocimiento debido a el contexto absolutista ejercido por la misma iglésia que predicaba la bondad y el bien por encima de todo. Hombres como Galileo o Copérnico sufrieron la persecución de las masas por defender el heliocentrismo. Se abrió una nueva edad, en la que se presentó mayor variedad y se consolidaron los movimientos protestantes, dando lugar a una filosofia y ciencia más amplia. La figura de dios, representada por las clases nobles a las que no les interesaba el progreso ( siempre mirando por su própio bienestar), se vino abajo con las distintas revoluciones que dieron veda a la edad contemporánea ( Revolución francesa, revolución industrial, movimientos protestantes, y algunos movimientos intelectuales), en la que ciencia y filosofia encontraron su lugar, por fin. El progreso fué notable, y el mundo nunca fué tan verdadero y más afable, sin estar bajo un dios todopoderoso que observaba la humanidad, sinó bajo la custódia de la misma ciencia. Distintas figuras intelectuales han surgido a lo largo de los años hasta hoy en día, figuras que ya se habían propuesto, cada uno a su manera, la idea de cambio, conocimiento, y progreso... Platón, Aristóteles, Guillermo de Occam, Descartes, Freud, Einstein, Marie Curie, Nietzsche, Marx, Hume, Kant... Entre muchos otros. Y hoy en día, me encuentro en un mundo que sin el cambio causado por el progreso y el conocmiento, no sería posible ( siempre deduciendo de que el mundo realmente exista y que no me encuentre en un profundo letargo en el que mi sueño es el mundo). Y cuál es mi duda, si mi aceptación por tales enunciados es notable? Lo que yo me planteo como un ser imperfecto y pensante más de entre los muchos millones es: ¿Qué impulsa el cambio? ''Cambio'' no tiene porque ser sinónimo de ''comodidad'', pese a que a menudo se diga que se investiga por una mayor comodidad ( y todos esos famoso trucos del marketing)... Está claro que el impulsor no es otro que el conocimiento... O siendo más concretos, el ansia de conocimiento, el ansia de tener respuestas para tapar agujeros que nos intrigan. Pero, porqué taparlos? Para qué tanta complicación y tantas muertes? Para sentirnos más seguros, pese a ser nuestro destino natural morir de todos modos? Para qué alargar la esperanza de vida, deseando tanta gente morir? Para qué buscar tantas curas a enfermedades, si siempre surgen nuevas hasta que se encuentra de nuevo en la cura? Para qué dinero para financiar algo tan noble como el conocimiento, fomentando de modo exponencial la corrupción? Para qué tanta prisa en hacer madurar al mundo, si según el refrán la felicidad reside en la ignoráncia? Qué lleva a una persona a plantearse tantos problemas y desarrollar soluciones para cada uno de ellos en un ciclo que no tiene fin? Un problema resuelto implica la inmediata consecuéncia de una nueva manca de algo... ''Cuanto más se da cuenta el sabio de lo que sabe, más ve lo poco que en verdad sabe''... Porqué dedicar la vida a una causa que morirá con la misma muerte natural de el planeta ( que irónicamente ha sido estudiada por nosotros también) , cómo si de uno de nosotros se tratara? Porqué tanta solución a tanto problema, cuando nos hemos dado cuenta de que vamos a contrareloj gracias precisamente a esos estudios...? Quizás queremos escapar a tan fatuo destino? Para qué prolongar la existencia, si por experiencia sabemos que todo tiene principio y fin por ley? Qué hay de eso de que ''las segundas partes no son buenas''... y pese a ello prolongamos el final...? Se trata de que estamos viendo una serie a temporadas? Y el Carpe Diem? Dónde está?... Por otro lado, sería correcto resignarnos? Sería correcto rendirse? Como humano, creo en la ciencia, en el conocimiento, y en el progreso... Pero a la hora de contraponer los valores de ventajas y desventajas, dichas creencias pierden algo de credibilidad, sabiendo que no existe la solución absoluta a nada. Más triste me parece que algo que supuestamente nos ha de ayudar tenga su precio en dinero... Soy consciente de que mi duda no tiene respuesta, simplemente actuamos por impulso en busca de las respuestas acertadas para saldar los problemas salen a buscarnos en el camino y sentirnos tranquilos ante dichas hostilidades... Así pues, simplemente estoy planteando mi duda no como un problema con solución, sinó como un dilema moral... La otra cara de la moneda que tan preciada nos parece... Dicho esto, creo que prefiero ser una hormiga resignada en una sociedad levantada sobre el conocimiento, siempre cambiante, y mantieniéndonos siempre pendientes de lo siguiente que descubrir... Una causa herida de muerte desde el mismísimo comienzo del mundo.



Álvaro Sánchez, ''Filósofo'' NO titulado.

sábado, octubre 09, 2010

The loveless


''When the war of the beasts brings about the world's end
The goddess descends from the sky
Wings of light and dark spread afar
She guides us to bliss, her gift everlasting

Infinite in mystery is the gift of the goddess
We seek it thus, and take it to the sky
Ripples form on the water's surface
The wandering soul knows no rest

There is no hate, only joy
For you are beloved by the goddess
Hero of the dawn, healer of worlds
Dreams of the morrow hath the shattered soul
Pride is lost
Wings stripped away, the end is nigh

My friend, do you fly away now to a world what abhors you and I?
All that awaits you is a somber morrow
No matter where the winds may blow
My friend, your desire
Is the bringer of life, the gift of the goddess
Eeven if the morrow is barren of promises
Nothing shall forestall my return

My friend, fates are cruel
There are no dreams, no honor remains
The arrow has left the bow of the goddess
My soul, corrupted by vengeance hath endured torment
To find the end of the journey
In my own salvation, and your eternal slumber
Legend shall speak
Of sacrifice at world's end
The wind sails over the water's surface
Quietly, but surely...''

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''Cuando la guerra de las béstias lleve al fin del mundo
La diosa descenderá del cielo
Alas de luz y oscuridad se esparcen lejos
Ella nos guia a la felicidad, su don por siempre eterno

Infinito en misterio es el don de la diosa
Así lo buscamos, y nos lo llevamos al cielo
Ondas se forman en la superfície del agua
El alma vagabunda no conoce el descanso

No hay ningún odio, tan solo alegría
Pues eres querido por la diosa
Héroe del amanecer, sanador de los mundos
Los sueños del mañana tienen el alma destrozada
Perdido está el orgullo
Las alas despojadas, el fin está cerca

Amigo mio, ahora vuelas a un mundo que tú y yo aborrecemos?
Todo lo que te espera es un sombrío mañana
Sin importar donde los vientos soplen
Amigo, tu deseo
Es el portador de la vida, el don de la diosa
Aunque el mañana se halle árido de promesas
Nada se anticipará a mi venida

Amigo, el destino es cruel
No hay sueños, no queda honor
La flecha ha abandonado el arco de la diosa
Mi alma, corrupta por venganza, ha superado el tormento
Para encontrar el fin del viaje
En mi própia salvación
Y tu sueño eterno
La leyenda hablará
De sacrifício en el fin del mundo
El viento navega sobre la superfície del agua
Calmada, pero firmemente''

viernes, octubre 08, 2010

Breaking the habit


''Memories consume like opening the wounds, I'm picking me apart again... You all assume, I'm safe here in my room unless I try to start again... I don't want to be the one, the battles always choose, cause inside I realize that I'm the one confused... I don't know what's worth fighting for, or why I have to scream, I don't know why I instigate and say what I don't mean... I don't know how I got this way I know it's not alright, so I'm braking the habit, I'm breaking the habit, I'm breaking the habit tonight. Clutching my cure, I tightly lock the door, I try to catch my breath again... I hurt much more than anytime before, I've got no options left again... I don't want to be the one, the battles always choose, cause inside I realize that I'm the one confused... I don't know what's worth fighting for, or why I have to scream... I don't know why I instigate and say what I don't mean, I don't know how I got this way, I know it's not alright, so I'm breaking the habit, I'm breaking the habit, I'm breaking the habit tonight... I'll paint it on the walls, cause I'm the one has fault, I'll never try again... And this is how it ends. I don't know whats worth fighting for, or why i have to scream, I don't know why I instigate and say what I don't mean, I don't know how I got this way, I'll never be alright so I'm breaking the habit, I'm breaking the habit, I'm breaking the habit tonight...''

El tormento de su corazón lo cegaba con ira. El oscuro baño, carente de iluminación, albergaba una alma furiosa. Toallas desgarradas, utensilios de higiene por el suelo... Se oía la agitada respiración del individuo dentro, que lloraba desconsoladamente. Estaba sentado encima del váter y tenía las manos en los ojos. Las lágrimas caían monótonamente a través del resquicio entre dedo y dedo. Los labios le temblaban, y a ratos sollozaba. El entorno oscuro se cerraba en torno a él. Se sentía solo, atrapado en una espiral eterna. En su cabeza viajaban imágenes del pasado y de otras personas a toda velocidad, haciéndole sentir agobiado, sugestionado, lo que le provocaba un dolor mayor. Los minutos fluían a una velocidad que daba miedo, no por rápida, si no por lenta. Las lágrimas cesaron... Pues ya no había más que derramar. Los ojos cansados descansaron de lágrimas por un momento. Se apartó las manos de la cara y las depositó en las rodillas. Tras unos minutos de ensimismamiento, se levantó y se puso frente al espejo. Se vió a sí mismo reflejado, y contempló con cierto aire de compadecimiento por sí mismo la cara que tenía. Vió sus ojos inyectados en sangre de tanto llorar, esos ojos una vez verdes. Vió las ojeras marcadas en su cara, signo de cansancio, y contempló sus labios torcidos por la tristeza. El baño empezó a temblar, sus emociones empezaron a temblar, sus expresión se volvió tensa, y un torbellino de pensamientos empezó a girar en su cabeza, relativamente serena hasta el momento. La nube en su cabeza se condensaba, se concentraba, y lo destruía... Un pitido agudo empezó a sonar en su cabeza. Empezó a arder. La furia tomó poder sobre sus sentidos. Y después de la tormenta vino la calma... Cuando se quiso dar cuenta, tenía el puño estampado contra el espejo que mostraba lo débil que se sentía. La sangre goteaba por sus nudillos y por la muñeca. El espejo ahora sí que era fiel a su reflejo: Estaba hecho pedazos... Y cómo mejor podía reflejar sus sentimientos? Se dió cuenta de que estaba en una situación estúpida, así que decidió cambiar el chip rápidamente. Se olvidó de los cristales rotos, ya los barrería luego. Lo primero que hizo fue irse a lavar y vendar la mano. Una vez hecho esto, se desplazó hasta la cocina con una falsa parsimónia. Tomó un trago de agua que se le antojó como una bendición. Guardó la botella en la nevera y abrió la puerta de su casa. Echó a andar hacia uno de aquellos bancos cerca de dónde estaban los almendros y aquella pequeña montaña, y se sentó en uno de ellos. Contempló el cielo y cómo la brisa torturaba plácidamente los árboles, otorgándoles un éxtasis parecido al que ahora sentía él ante la inmensa paz de aquella visión de un atardecer de otoño. Aquella paz le trajo consigo la brisa, la cual a su vez arrastraba una palabras claras y concisas: ''Pasa página...''


P.D: Titulo sacado de la canción ''Breaking the habit'', de Linkin Park

martes, septiembre 21, 2010

Expreso Estígio


El tren llegaba, tan ruidoso como siempre. La locomotora y todo el tren, negros, negros como la noche, oscuros como una nube de tinieblas. El maquinista tiraba de la bocina con brío, dejando salir un sonido ensordecedor el cual le encantaba. La estación, poblada de personas vestidas todas de gris, no tenía vida alguna: La taquilla donde se vendían los tickets estaba despoblada, los bancos estaban llenos, y no había ni seguridad policial para pillar al típico ratero que se cuela saltando las vallas. Las escaleras mecánicas subían y bajaban en sus respectivas direcciones, sin nadie ocupándolas. La luz oscura y ténue proveniente de un exterior incierto, parecido al limbo, se colaba por los accesos donde estaban las solitárias escaleras. La música sonaba a través de los altavoces, pero nadie parecía tener ningún sentimiento hacia esa canción, ni bueno ni malo, si no que se limitaban todos a mirar al frente, con los ojos incoloros, sujetando las maletas. Incoloros, así tenían los ojos: Sin vida, sin señales de color, ni un solo rastro que diera a entender que esas personas estaban VIVAS. Nadie hablaba, tan sólo se limitaban a mirar el andén fantasmal. Se podía ver la via del otro lado, despoblada totalmente, y, según la dirección que marcaba, iba en dirección contrária al tren que siempre venía para llevar a todos a su destino, el Érebo. Pero no le importaba a nadie, pues tan solo eran recipientes vacíon con ojos falsos... Sombras de lo que una vez, tan sólo unas horas atrás, eran. Muy curioso era que ningun individuo era especialmente viejo ni jóven: Todos vestían chapados a la antigua, con sombreros de copa baja y gabardinas o trajes grisáceos... Y con bonitas maletas de cuero marrón. Ni un solo niño, ni un solo anciano. El tren ensordecía el túnel con su incesante rebombório, y los frenos de aquel aparato, bastante rudimentário, cabe a decir, empezaron a rechinar, eclipsando y ganándole el pulso a la debilitada música que ya apenas se oía. Los bancos se vaciaron de repente al oir la llegada del tren, y todo el mundo se puso en pie al unisono, como si ya estuvieran entrenados para ello. La locomotora se acercaba, cada vez más, y, Caronte ( que así se llamaba el maquinista) reía, satisfecho. Ni un solo ruido de júbilo, de rabia o de alegría de ninguno de los viajeros. El tren se precipitó finalmente en el andén y los frenos definitivamente reinaron sobre toda la instalación. El reloj marcaba las doce en punto cuando el tren finalmente se detuvo. Caronte se asomó por las vallas de la locomotora y con su voz seca, ronca, tosca, con tan poca vida como el resto de toda la estación y sus ocupantes gritó:


- Pasajeros, al tren!

Y a la señal de la voz muerta de Caronte, los viajeros levantaron sus maletas y se internaron en el tren. Cuando entraron, se sacaron dos monedas de debajo de la lengua y las insertaron en una máquina que les permitía viajar sin tener miedo de que el revisor los echara. Caronte cerró las puertas y puso en marcha la locomotora, dejando de nuevo la estación, sola, sin ningún ocupante, dejando con su marcha un viento muerto y seco que revolotoeaba y rebotaba en cada rincón de la estancia. Cuando ya sólo se veia el culo del último vagón y una luz leve alumbrando un túnel, unas campanas sonaron, ensordeciéndolo todo, y muchos viajeros idénticos a los anteriores bajaron súbitamente por las escaleras mecánicas que venían de no se sabe donde. Todos tomaron asiento y dispusieron de sus maletas, protegiéndolas, siempre con esa expresión muerta en la cara y los ojos, notando el tacto frío del metal bajo la lengua, que les dejaba un sabor amargo que, por supuesto ellos no conocían, esperando al próximo tren con monotonía...

domingo, septiembre 12, 2010

Welcome Home (Sanitarium)


El hombre enfundado en su gabardina marrón siguió andando hasta toparse con la gran verja blanca. Se quedó contemplándola unos segundos, y luego volvió su cabeza hacia su derecha, donde había un interfono. Llamó al timbre, y del aparato salió una voz femenina:

- Sí?

- Doctor Stewart, llamé préviamente conforme venía a buscar material para una tésis.

- Ah, sí, habló usted con la doctora Watts, verdad?

- Así es.


Un chirrido le dió paso dentro de la instalación, haciendo ceder la puerta a su pesar. El hombre fue avanzando, y fue observando sus alrededores a medida que avanzaba. Contempló el patio, donde había hierba y un par de pistas de baloncesto donde personas jugaban. El sitio al que iba no era precisamente un sitio feliz, y parecía que para dar fe de ello, el cielo alumbraba con nubes negras el emplazamiento, cómo si se tratara de el único sitio en toda la ciudad donde había esos nubarrones, cómo un augurio... El hombre levantó la cabeza hasta encima del porche de la entrada principal, donde había un rótulo con letras grandes. El hombre lo leyó, lentamente:

- Welcome Home... Un nombre un tanto cruel para tratarse de uno de los manicómios dónde se retienen a las personas más peligrosas y más inestables del continente...

Siguió avanzando, empujando la puerta principal y entrando, pudiendo ver un pasillo no demasiado grande, pero tampoco pequeño, de paredes blancas y suelo decorado con mármol color azabache. Había varios bancos al lado de recepción, donde se encontraban algunas personas sentadas, esperando turno, seguramente... Se aproximó a recepción, donde había una enfermera atractiva, cuanto menos, de pelo castaño claro y ojos verdes, alta, esbelta, y jóven.

- Buenos días, vengo a por el---

- Sí, tranquilo, puede usted pasar, los chicos de seguridad al lado de la puerta le dejarán pasar, tan solo diga que va de parte de la doctora Watts.

- De acuerdo, muchas gracias.


El hombre dejó atrás recepción, muy a su pesar, tras haber visto la chica tan guapa atendiendo en la entrada. Pese a que las mujeres no tenían nada que ver con sus quehaceres ahí, no pudo evitar pensar si el resto de chicas serían igual de guapas. El ambiente era pesado, cómo si la presión fuera mayor en el edificio. El aire fluía de un modo distinto, más lento, y olía de un modo peculiar... En conjunto, se podría decir que se trataba de un ambiente denso, pesado. Caminó a lo largo del pasillo, viendo que a lado y lado habían algunas fotos de internados y listas con nombres de distintos pacientes. Se acercó a dos hombres jóvenes que custodiaban una puerta también blanca, que daba acceso a las instalaciones interiores, donde estaban los residentes. Habló con ellos, contándoles que venía de parte de la doctora Watts y que tenía permiso para acceder y interactuar con quién quisiera para tomar notas para su trabajo. Entró, y se quedo algo atontado: Vió un gran comedor, donde muchas personas comían. Otras deambulaban por la estancia, cerca de los cristales, observando el exterior, donde estaba el patio. Fue paseando entre mesa y mesa, mirando a cada uno de los individuos con curiosidad. Algunos actuaban de modo totalmente normal, mientras que otros hablaban con las cucharas que les servían para comer la sopa, otros usaban las servilletas para hacerse un gorro, otros estaban furiosos con la ventana... Un sinfin de personas muy distintas a él. Avanzando entre mesa y mesa, pasó a la siguiente sala, una espécie de sala de estar, donde unos jugaban a cartas, otros hablaban entre ellos o para sí mismos, otros estaban simplemente sentados en la sillas tan feas que habían. Lo que él andaba buscando era un caso peculiar de enfermedad mental, y a poder ser, un poco extrema, pero todo lo que veía se le antojaba relativamente y desde el punto de vista cuerdo, normal. Lo cierto era, por cruel que pudiera parecer, que estaba decepcionado con el comportamiento tan normal de algunos de los crminales con falta de estabilidad mental más ilustres del continente... A medida que los minutos pasaban, la mirada curiosa del hombre se tornó aburrida, dejando entrever su decepción. La sala de estar era bastante grande, pero ya se la había mirado de pe a pa. Decidió irse y volver otro día, confiando encontrar algo mejor. Se dió la vuelta y echó a andar. Cuando llevaba unos segundos andando notó algo muy caliente clavado en su espalda, algo no material, algo que ardía. Se giró, y buscó, sabiendo de qué se podía tratar. Busco en un lado y en otro, volvió la cabeza hacia distintos distintos puntos de la sala, sin resultado, hasta que en un movimiento brusco de cabeza se cruzó con una mirada tan ardiente cómo la sensación anterior. Le miraba fijamente, y podía notar cómo la mirada le corroía las entrañas. Se tratab de un hombre mayor, de unos casi 50 años, de pelo negro muy canoso y ojos azules cómo el hielo. En su cara, tenía las arrugas de los ojos muy pronunciadas, y una sonrisa retorcida en el rostro. Se acercó hasta el rincón donde estaba aquél extraño, curioso a la par que temeroso del individuo. Estuvieron a un metro y seguían mirándose del mismo modo: uno asustado y el otro divertido. Poco después, el hombre decidió tomar asiento en frente del sujeto, y sacó una libreta y un boli, se acomodó la gabardina, y se colocó bien las gafas que cubrían sus ojos verdes oscuro.

- Hola, buenas tardes.

- Buenas... Tardes, doctor. Porque hoy es una bonita tarde, no cree? - dijo el hombre exhibiendo esos ojos tan frios con esa sonrisa tan malévola.

- Sin duda, se trata de un buen día... Un poco nublado, quizás.

- Una cosa no quita la otra, señor, a mi me parece una tarde bonita.

- ... Supongo. - dijo el doctor asombrado de la seguridad con la que hablaba su interlocutor y la cordura que transmitían sus palabras, que salían de una boca con una voz algo ronca, grave.

- Dígame, doctor, cuál es el propósito de su visita a un lugar como éste?


Carraspeó un poco y se decidió a contestarle:


- Vengo en busca de datos para una tésis doctoral. Sabe lo que es una tésis?

- Por favor, doctor... - Dijo el hombre fingiendo indignación- Por supuesto que sé lo que es una tésis.

- ...

- Dígame, dónde se graduó usted?

- En Harvard.

- Así que es usted de buena familia?

- Bueno, en mi casa jamás faltó el dinero.

- Un hombre afortunado, sin duda.


A medida que ambos hablaban, el doctor no sabía si sentirse enfermo al lado de la elocuéncia con la que hablaba el otro conversante o, de otro modo, extrañamente sano. El hecho de que aquél hombre con el que hablaba estuviera encerrado le daba a opinar dos argumentos totalmente opuestos, contradictórios, y sin razón: Por un lado, en aquella voz ronca, aquellos ojos, y aquella sonrisa veía un motivo aparente por el cuál aquél hombre estaba ahí... Sintiendo maldad a través de cada uno de sus gestos y palabras, acompañadas por una educación antinatural y decoradas por aquella sonrisa cruel pintada en los labios. Por otro lado, se sentía sumamente fascinado por el modo de argumentar de aquél individuo que se le reveló interesante para su trabajo, pero no podía negar que algo de miedo sentía hacia él... Tras momentos de cavilación, se atrevió, algo dudoso, a lanzar la pregunta que tantas ganas tenía de hacerle:

- Dígame, señor...

- Zaitsev.

- Señor Zaitsev. - Dijo repitiendo su nombre- Por qué motivo está usted aquí encerrado?

La pregunta causó en él una risa incontrolada, que hizo que hasta le saltaran las lágrimas de la risa. Una parte de la gente de la sala les miraba, curiosa. Alguno de los espectadores empezó a decir algo como que la cabra se había metido en el mecánico, o otro que empezó a gritar que el fútbol no era deporte para ratas... Otros simplemente gritaban aterrorizados. El doctor se sentía ciertamente incómodo, pero parecía que el señor Zaitsev estaba más que acostumbrado. El ruido fue cesando, y retomaron la conversa:

- Volviendo a lo que le decía antes, doctor... Estoy aquí por homicídio. Era asesino en serie, y solía matar niños. Por otro lado, soy esquizofrénico.


El doctor quedó petrificado ante la tranquilidad con la que lo había dicho aquél hombre. En el momento en que se lo dijo, perdió el pulso y hizo un tachón en la hoja en la que estaba tomando nota. Volvió la cabeza lentamente, y miró al hombre con unos ojos temerosos, detrás de los cristales de las gafas, que no podían ocultar su miedo. Zaitsev se mostraba frío y igual de sonriente.

- Tranquilo, estoy en rehabilitación. Estoy ''curado'' - Dijo intentando ocultar una risa cruel sin éxito.


Recobrando el sentido, el doctor aspiró aire, y lo soltó. Decidió volver a la carga.

-Cuantas vítimas, en total?

- 23

- Y lo de su esquizofrénia?

- Es un caso grave, o eso dicen los que me atienden. Por ese motivo, me medico. Ahora mismo soy inofensivo, el problema es cuando pierdo constáncia de mi yo para dejar salir al destripador que dió que hablar a la policía.

- ... Así que se trata de esquizofrénia, puesto que es consciente de sus cambios de personalidad.

- Sí, no es ningun trastorno bipolar, de lo contrário, yo no sabría que hay otro ''yo'' en mi.


El doctor iba tomando nota de todo, con calma. El rasgueo del boli contra el papel y el silencio profundo tras cada palabra de aquél asesino creaban una situación incómoda para él.

- Por cierto, doctor, no me ha dicho usted su nombre...

- Matt Stewart.

- Un placer, señor Mathew.

- Matt, por favor.

- Matt pues.


La mañana transcurrió lenta. Estuvieron hablando un buen rato, hasta que a las 15:00 se despidió de él para ir a comer algo. Sacó los apuntes mientras esperaba que su menú de comida basura ( comió en un Burger King) llegara. Fue repasando cada línea, recordando sin poder evitarlo la cara de aquél homicida chalado. Los gestos, el modo de hablar.... Le hacía sentir escalofríos, miedo... Pero de algún modo, se sentía obsesionado por todo el conjunto. Por la tarde, decidió volver al manicómio a hablar un poco con el sujeto. Caminó, haciendo todo el recorrido de nuevo hasta donde antes había encontrado a su mina de oro para la tésis. Lo encontró en el mismo sitio, pero lo notó muy distinto.

- Señor Zaitsev?

- Qué carajo quiere?

Le temblaban los brazos, y de tanto en tanto exhibía una sonrisa retorcida, cómo un tick nervioso.

- Disculpe? Había quedado con usted para hablar de nuevo...

- Tu madre es una zorra, y un día la voy a violar, sé que le gusta... - Dijo en medio de una risa aguda.

- Disculpe? Se encuentra usted bien?

- A tu hermana también me la voy a follar, yankee de mierda.


El doctor Stewart se levantó y fué a hablar con la enfermera de guardia, preguntándole por la medicación del señor Zaitsev. Ésta negó con la cabeza, diciendo que no le habían dado su correspondiente dósis a la hora determinada. Mientras la enfermera iba a por los medicamentos, el doctor se apresuró a la sala, temiendo lo peor. Seguía sentado ahí, iracundo, tembloroso, esquizofrénico perdido.


- Escuche, ahora mismo traerán su medicamento, tiene que relajarse...

- Tú no sabes nada... TÚ NO SABES NADA...


La mirada furiosa del aquél enfermo se le clavaba en los ojos, sintiendo una vez más cómo le corroía. El señor Zaitsev se levantó.

- Tengo que beber agua, me das agua, por favor?

- p-pero...

- No tienes agua? Quieres que le diga a mi amigo que te mate y que se cargue a tu familia?

- Joder, esto se me escapa... ENFERMERA!!

- Fíjate cómo grita éste apuesto doctor, Thomas, no te hace gracia el terror que transmite? A mi me resulta sencillamente sublime... Qué dices? Que no te cae bien...? Pues es una lástima, yo le tengo cierto cariño...

- Dónde está la puta medicación?!

- CÁLLATE HIJO DE PUTA! No ves que no escucho a mi amigo? Qué? Matarle? No digas bobadas, Thomas! Sí, en cambio, matar a Will sí que sería divertido...


El hombre de casi cincuenta años empezó a correr, extasiado, y riendo a carcajadas. Iba desarmado, pero la situación era realmente preocupante...

- No, no! SEÑOR ZAITSEV! SEÑOR ZAITSEV!


El doctor echó a correr detrás de él, pero fue muy tarde: Se había abalanzado sobre un hombre que iba en silla de ruedas, derribándolo de ésta. Le arrancó la túnica del pecho y empezó a arañarle y a morderle, gritando y riendo fuerte. El doctor se abalanzó sobre él, arrancándole de su víctima, que sangraba por la barriga. Rebotado, se volvió hacia el que lo había sacado de su éxtasis e intentó agredirle. Tenía la boca llena de sangre, y daba repulsión. Empezó a pegarle en la cara, rompiéndole las gafas. Llevaba ya unos segundos golpeándole en la cara cuando aparecieron la enfermera y dos guardias que lo redujeron mientras la enfermera lo sedaba. Aliviado de que se lo hubieran quitado de encima, se palpó la cara, notando hinchada una de las mejillas. Se quedó ahí un poco más, esperando a que el señor despertara. Estaba en la misma estancia que él, una habitación muy pequeña cerrada por una pierta firme de acero chapado y donde tan solo había una cama, esperando pacientemente... Hacia las 8, el señor Zaitsev se despertó, extrañado por las circunstáncias en las que se encontraba...


- Doctor Stewart? - Dijo con la voz temblorosa a causa del sedante que se le había administrado, que lo había dejado algo atontado.

- Buenas tardes, recuerda algo?

- Eh? Qué está usted diciendo?


Le explicó lo sucedido, y el paciente se disculpó. Mantuvieron una charla larga e interesante, en la cuál lo único incómodo era esa sonrisa cruel que se le dibujaba a veces en la cara. El miedo seguía presente en el doctor, pero cada vez menos. Quedó sumamente impresionado de lo peligrosa que puede ser una persona con trastornos esquizofrénicos, pudiendo ser a la vez tan educada y culta, y al mismo tiempo tan excéntrica y psicópata. El doctor Stewart pidió que se le quitara la camisa de fuerza, y así fue. Estuvieron un rato juntos, y, a la despedida, el señor Stewart ya no sentía más motivos para temerle, sabiendo que lo habían medicado. Justo cuando iba a salir por la puerta de hierro blanca, notó cómo unas manos se cerraban alrededor de su cuello y lo derribaban al suelo. Después, notó ls mismas manos rebuscando algo en los bolsillos, sacando un bolígrafo de estos. Sonriente, histérico y 100% feliz sumido en un nuevo éxtasis aún más profundo que el anterior, el señor Zaitsev empezó a apuñalarle una vez y otra con el bolígrafo, y aunque ya estaba agonizando y en breve iba a morir, seguía... Le quitó a ropa, lo tumbó en la cama, y le puso la misma camisa de fuerza que llevaba él hasta hacía unos minutos. Se golpeó un par de veces en la cara contra la pared hasta conseguir la hinchazón parecida a la de un puñetazo. Se vistió con la ropa, se puso sus gafas, y salió sonriendo, expresando esa risa tan cruel y fría. Abandonó la estancia, dejando a solas al doctor con sus últimos minutos de vida. Éste, pensó resignado en cómo de inteligente puede ser una persona enferma, habiéndole superado pese a estar totalmente sano de cualquier trastorno mental. La sangre se derramaba por debajo de la camisa de fuerza, dejando una marca roja en esta, mientras la cama se teñía lentamente de rojo, la misma cama que contenía un pobre ingénuo vencido por la buena voluntad...




P.D: Título de la entrada sacado de la canción de Metallica, Welcome Home ( Sanitarium)

domingo, septiembre 05, 2010

Ansias NO argumentadas.


Y es que cuando te fuerzas, no lo consigues, no hay modo... Te sientas en la silla, sintiendo que quieres escribir algo para llenar ese agujero llamado ansia, pero a la que le das a nueva entrada, las cosas cambian para muchos, sobretodo si eres uno de esos que les gusta improvisar. La página siempre será la misma, pero... Nosotros no. Una experiencia fugaz que nos de lo que nos falta para escribir un buen relato. Una sensación que haya sido breve pero intensa. Una frase bien argumentada que nos haya hecho reflexionar e inspirado algo... Mil millones de formas de inspiración ARGUMENTADA... La cosa es cuando te apetece escribir gratuitamente. Empiezas con un relato, y no lo acabas, no estando completamente satisfecho. Borras. Escribes otro. Vaya porquería. Miras al ordenador con indignación, sabiendo que éste no tiene la culpa. Las personas son inestables, tienen recuerdos que les vienen como un flash y desaparecen del mismo modo, tienen memoria selectiva, tienen SENTIMIENTOS. Un día uno se sienta ( desde mi punto de vista preferiblemente por la noche), y tal cuál se ha sentado a escribir, le ha dado a nueva entrada y las manos escriben solas. Un bonito paisaje marino acompañado por personajes turbados, con una trama que tiene gancho, una casa enorme dispuesta a ofrecernos temores inimaginables, un bosque misterioso poblado por seres no menos misteriosos... Histórias memorables, de esas que curiosamente gustan a uno mismo y a los que la leen, de esas que te dejan profundamente satisfecho y saciado, de esas que te lees día sí y día también pensando que podrías escribir así de bien siempre. Lo peor es recordar que hay noches que ese mecanismo curioso se activa y te da la tan perseguida inspiración para saciar la comunmente conocida, archienemiga, ansia de satisfacción. Nada más lejos de la realidad... Porque en el momento que uno piensa eso está pasando por alto la constáncia y el límite de la inspiración humana, muy limitada a momentos y desbordante en otros, siempre potenciada por los sentimientos, que pueden sentar como un auténtico éxtasis, un chute que te da un subidón, y si te preguntan por el bajón de luego contestas que te da lo mismo, total, te has quedado satisfecho y saciado... Como si de una droga real ( que yo diría que es incluso más real que las que existen) se tratara. Lo curioso es que cuanto más gratuitamente intentes escribir, más verás cómo se te escapa el tren, siendo tú un trabajador dormido que lo pierde con las maletas en la mano corriendo detrás de él, apretando con fuerza y furia el botón para abrir las malditas compuertas que te dan acceso a tu medio de transporte personal e intransferible que te lleva a un destino peculiar: La inspiración. Evidentemente, en ese tren en el que te preparas un buen argumento, no irás acompañado de cualquiera. Irás acompañado de quién TÚ quieras: Una chica muy guapa, un buen amigo, un agudo enemigo, una persona malvada sin razón de ser, un sentimiento que a través de la imaginación mientras vas en el trayecto a la inspiración te ha ayudado a aconseguir plasmar ese miedo o ese sentimiento hasta un punto insospechadamente real... Plasmar algo de ti, una carencia, una virtud... Un pequeño reflejo de ti, vamos... Porque de algún modo, está relacionado contigo... Una vez más, nada más lejos de la realidad, puesto que el trabajador pierde ese tren mientras pulsa el botón un 80% de las veces que lo intenta, llegando a la hora por los pelos a escribir algo decente, estando el pobre trabajador mal arreglado, cansado, echo polvo, habiendo cogido taxi en vez de ese bonito tren... Lo que se dice ''un apaño'', vamos. Todo sea, todo, todo, todo, por un momento de paz con uno mismo sabiendo que has escrito algo mínimamente decente. A algunos os parecerá curioso el relato, sintiéndoos identificados... Otros, pensarán que el mamarracho detrás de la pantalla se aburría mucho... Pero, sinceramente, lo más curioso de la situación es que cuando uno no encuentra la inspiración para escribir ese algo mínimamente decente y sin querer resignarse a coger ese taxi que dice claramente que has llegado tarde, y se nota. Qué hace uno cuando llega tarde y pasa de resignarse a coger ese taxi? Se resigna a despotricar contra la situación. En conclusión: Maldita INSPIRACIÓN!... Pero, entre nosotros, el caso del trabajador resignado a NO coger ni siquiera el taxi y que se dedica a despotricar contra su própio error, no es mi caso, verdad? ( cara intrigada por conocer la respuesta)

martes, agosto 31, 2010

Stuart Mill


Las latas de cerveza medio vacías abundaban encima de la mesa, junto a cestas de fruta, como si de una mezcla de bodegón y ''pop art'' se tratara ( las latas hacían de fiel modelo a la famosa lata de tomate Campbell). Y en el sofá, estaba el gordo, durmiendo tan plácidamente, con la tele encendida y los ganchitos desparramados por el suelo, caídos del recipiente que tuvo entremanos hasta que se durmió y las fuerzas le fallaron, dejando una bonita alfombra teñida de naranja por los ganchitos con sabor a queso. Como el ''buen hombre'' siempre se quedaba dormido a base de latazos de cerveza, ganchitos, y mirando la tele, ya tenía por costumbre llevarse el despertador... Pese a que eso no tenía mucho sentido, puesto que estaba en el paro desde hacía 4 meses por sustraer dinero de la caja a hurtadillas, así que lo de levantarse temprano no era que le pegara, precisamente. Por si eso no era suficientemente indecente, hay que añadir que se quedaba mirando la tele hasta las 3 de la madrugada, cuando echaban la ''programación infantil'' y esos anúncios donde salían chicas guapas con poca ropa anunciando páginas online de chateo constructivo. La rutina que vivía era sencillamente glamurosa, y eso aún es ir corto de palabras, ojalá el hombre tuviera un mote aún mejor para definir su plácida vida a base de ser un impresentable. Cómo cada mañana, el despertador le sonó a las 7:30 de la mañana, y, como cada mañana, la misma reacción: puñetazo para detener el despertador ( gastaba más en despertadores que en cerveza, imaginad). La reacción solía ir acompañada con palabras como ''me cago en la puta'' mientras se frotaba los ojos con el aliento cantando a cerveza. Se incorporó en su sofá azul y se puso las zapatillas, que tenían agujeros y se le veían algunos dedos del pie sobresaliendo. Para seguir el horario de cada día, una vez incorporado dió los buenos días a su esposa amablemente:

- Mónica, el desayuno!!

Se levantó y fue camindando con parsimónia hasta el baño. Se bajó la bragueta y sacó el pequeño bulto que tenía entre las piernas y empezó a orinar. Aún estaba dormido, así que parte de la faena fue a para fuera de donde tenía que ir. No quedaba papel higiénico ni para lavarse él ni para lavar el desastre, y le daba palo ir hasta el armario donde tenían el de repuesto, así que lavó los mojones con la toalla de las manos, tranquilamente. Se desplazó hasta la habitación matrimonial a buscar su reloj de pulsera. Su esposa aún dormía, así que la despertó:

- Joder Mónica, el desayuno!

Se puso el reloj y se fue con su esposa detrás. Él fué a la mesa del comedor, que se encontraba de lado a la ventana del pequeño piso, donde podía ver más pisos. Esperó impaciente a que su esposa le trajera el desayuno. Se sentaron juntos, y el hombre empezó a comer, masticando con la boca abierta las tostadas con mantequilla y mermelada y hablándole a su esposa, soltando perdigones como si de un volcán se tratara ( pero sin lava).


- Haj de llevar al niño a la ejcuela aún, no? Puej dejpiértale - Dijo con la boca llena, escupiéndole un trozo de mermelada de fresa a la cara a su esposa. Ésta se lo apartó, sin poner ninguna cara en especial.


Las horas iban pasando, y hacia las 11, cuando a su esposa le tocaba lavar la casa, bajaba a darse una vuelta por la avenida cercana a su casa, haciendo turismo cultural de bar en bar hasta la hora de comer, cómo cada día. Era miembro V.I.P de bares igual de asquerosos que la Taberna de Moe de los Simpson, más o menos, y frecuentaba por allí todas las mañanas y todas las tardes hasta la hora de cenar. Dieron las dos de la tarde y se despidió del tabernero para ir a comer a su casa:

- Venga Manolo, cabroncete, a ver si te cepillas a esa guarra!

- Claro tío, tú déjamelo a mí!


Con la misma parsimónia de cuando iba al baño, fué a casa, donde se lo encontró todo hecho, como cada día, sin que él hubiera tenido que mover un dedo. Su esposa y su hijo le esperaban para comer. Se sentó y empezaron todos a comer.

- Mira mamá, mira lo que me han dado en el cole por quedar primero en una carrera! - Dijo ilusionado el niño de 7 años

- Qué es esa basura, Tomás? - Replicó tan agradablemente su padre

- Una medalla - dijo el niño bajando la vista y sintiéndose oprimido por su padre, como cada vez que abría la boca...

- Anda, qué narices dices niño? - Dijo pegándole una colleja sin que la madre dijera nada.


El niño empezó a llorar en silencio mientras la comida se desarrollaba con el mismo silencio. En cuanto acabaron, a la esposa le tocó recoger la cocina y al marido la siesta en el mugriento sofá. Se levantó a eso de las seis de la tarde y se puso las zapatillas. Bajó al bar a hacer una cerveza con sus amigos mientras se echaban algunos futbolines y a ratos veían El diário de Patricia en la tele del bar. Se le pasó el tiempo volando hasta las 10, cuando se despidió de su mejor amigo, el tabernero, y se fue a su hogar. Cenaron y ordenó a la esposa que pusiera a dormir al niño una vez finalizada la cena. Se quedó solo en la sala con 4 laas de cerveza,unos frutos secos para picar, un despertador nuevo, las luces apagadas, y la tele. Y vuelta a empezar. Así los 365 días de cada año ( excepto cuando tenía esos trabajos que duraban un amén por ser demasiado buen empleado.)





Adivináis la moraleja?

Una pista: El nombre de la entrada y la imágen elegida

Para los que no se os ocurra nada tenéis la respuesta más abajo.





































































''Más vale una persona insatisfecha que un cerdo satisfecho'' Stuart Mill ( Filósofo utilitarista)

domingo, agosto 29, 2010

Éxtasis ( Buena vida volúmen II)


Que ilusa es la juventud. Que ilusos los mayores. Que ilusos todos. Que desesperanzadora es la vida, que nos mira por encima del hombro, burlona... Sí, así es como pensaba el descarriado jóven, mientras estaba fumándose un pitillo fuera de la fiesta de su amigo. Una fiesta genial: Un ambientazo, un montón de tías buenas hambrientas de cuerpo macizo y de cuero del bueno... Y mucho alcohol y mucha droga, o os ibais a creer que el ambiente tenía un envoltorio así de guay de gratis? Evidentemente que no, porque una fiesta sin alcohol o sin drogas, no es una fiesta para un atajo de descarriados que no tenían nada que hacer a parte de esnifar rica coca. Estaba sentado en la acerca de la calle, delante de la entrada del local que habían reservado... Iba viendo como a cada calada, el humo salía muy lentamente con su existencia pendiendo de su propia evanescencia. El humo lo envolvía, y le encantaba, le sumía en una atmósfera que lo llevaba a otra dimensión. Pasaba su lengua por los labios, notando el tacto frio de su piercing en el extremo izquierda de su labio inferior. Su pelo en punta engominado desafiaba las leyes físicas, sosteniéndose perfectamente derecho. Sus ojos castaños, y sus facciones bellas realzaban su propia belleza cuando se sumergía en aquella dimensión. Era un chico normal, tirando a bajito. Iba en camiseta de tirantes. Llevaba un collar, y tenía varios tatuajes en sus brazos. Llevaba unos tejanos largos, y un cinturón con alguna tachuela y unas cadenas que colgaban de ese pedazo de cuero y que sujetaban la cartera en su bolsillo. Oía las risas de las chicas, complacido, pensando en que alguna de las voces que sonaban, sonaba tan sexy, que era imposible que la chica poseedora de tan bonita voz fuera fea, todo lo contrário, seguro que se trataba de un bombonazo... Y eso lo tentaba a volver dentro. El ruido de la música, por otra parte, lo invitaba a meterse aún más en su otra dimensión y olvidarse de las chicas tetudas y buenorras que habían dentro, probablemente con las camisetas mojadas. Estaba en ese punto de ''estoy bien aquí pero aquello de allá también promete bastante... No tengo claro que hacer''. Notaba su paquete de tabaco de liar en su bolsillo izquierdo. Se cansó del cigarro y lo arrojó al suelo, dejándolo encendido. Preguntó a un par de personas que también estaban fuera si le invitaban a un porro, pero la suerte no le sonrió. Les puso mala cara, y se metió dentro, notando las miradas de las personas indignadas por la cara de asco que les había puesto en la nuca. La música lo invadió, las chicas lo cegaron, pero vió algo más tentador: La barra. Se acercó y se pidió una litrona de cerveza. Se quedó recostado en la barra y empezó a beber, notando como el bendito líquido creado a partir de cebada iba en descenso hasta su estómago refrescando su cuerpo, castigado por cosas mucho peores que cerveza. Echó en falta el pitillo que antes había tirado, así que en unos pocos minutos se lió otro cigarrillo. Solo tuvo que pedir la boquilla ( esto sí que se lo dieron, más faltaría). Cerveza en mano, cigarro en boca, y ahora tiro porque me toca. Estaba extasiado y en un trance feliz, sumido en la música y el humo de su cigarro, notando el tacto frío del vaso en su mano. Se sentía plenamente feliz. Ladeaba la cabeza y movía los pies al sonido de la música. El cuerpo se le iba. La cabeza olvidaba todos los males, los problemas, y la madre que los parió, y se sentía muy agradecido hacia esa sensación. No podía ir mejor, todo estaba genial, solo le faltaba uno de esos bomboncitos que meneaba su cuerpo en la sala, debajo de la típica bola de disco. Oyó voces en su trance y se sintió extrañado, pero no pasaba nada, seguía ladeando la cabeza y moviendo los pies... Se oyeron más voces, y cesó el barullo de las voces de la barra y las risas de las chicas guapas. Su trance temblava, como si hubiera un terremoto. Lo que le faltaba: La música se detuvo. De mala leche, abrió los ojos y dejó el vaso de cerveza en la barra y le dió una calada profunda a su pitillo y se giró, indignado, para ver que era lo que lo había sacado de tan plácido momento. Nadie hablaba, y había un corro de gente alrededor de un cuerpo en el suelo de colores donde había gente bailando antes......


- Joder, llamad una puta ambuláncia! A qué esperais idiotas!?

- Q-Qué pasa...? - Se dijo a si mismo el ya no tan extasiado chico, experimentando algo de miedo y curiosidad acerca de lo que sucedía.

- Va tú! Sí tú, el calvo de la barra! A qué esperas mamón? LLAMA JODER QUE LA VA A PALMAR!

El hombre de la barra lo miraba, con los ojos muy abiertos y sin acabarse de creer lo que pasaba.

- Tengo que ir y darte dos hostias? - Dijo, llorando a lágrima tendida- Que ha pillado una puta sobredósis, joder, que si no llamamos YA, esta tía mañana estará muerta!

El hombre de la barra seguía sin poder reaccionar. El chico, llorando, indignado y furioso, se levantó de al lado del cuerpo de la jóven y dejó su mano en el suelo, y fue gritándole al de la barra: ''TE VOY A PARTIR LA CARA''!!. Varias personas lo cogieron, pidiéndole que se calmara. Ahora el calvo de la barra reaccionó y llamó a la ambuláncia. El protagonista ya pasaba de su cigarrillo y estaba alucinando. Miró la escena, vió como evolucionaba hasta que llegó una ambuláncia en pocos minutos que le parecieron dos horas. Los señores del vehículo se la llevaron, y muchas personas fueron al hospital a ver que tal se desarrollaba la cosa, desconsolados. Él, en cambio, a la que se fue la ambuláncia, la gente se marchó, y clausuraron el local, que ya eran casi las 6 y los primeros rayos de luz ya empezaban a asomar a través de las majestuosas montañas, decidió marcharse a su casa. Se puso la capucha de su chaqueta tejana y echó a andar. En diez minutos estaba en el portal. Subió arriba, mientras hablaba por el teléfono con un amigo suyo, contándole lo sucedido:

- Si, joder, que pilló una puta sobredósis... Me cago en dios... No, qué va, cerraron el local. Ya te digo, hay que ser un puto inconsciente para pegarse un chute así de béstia. No tío, hoy no voy, estoy molido y me quedo a sobar en mi piso... Nahh, mañana. Jajaja, qué tío el Borja... En fin tío, te dejo que estoy que me caigo... Claro nen, venga, hasta mañana. Venga loco, cuídate....


El chico se dejó caer en el sofá, molido de cansancio. Por puro impulso, nada premeditado, extrajo una bolsa transparente en el agujero de su chaqueta que contenía un polvo blanco. Lo vertió todo sobre la mesa, y sacó el DNI. Empezó a partir el polvo a partes iguales. Sacó papel de fumar de su bolsillo y hizo un canuto. Esnifó el polvo blanco de un tirón, y llegó a meterse 3 de las 4 porciones de polvo blanco. Se quedó tieso, extasiado. Cuando se le pasaron los efectos iniciales se levantó y gritó:

- JODER SÍ! ESTO ES VIDA Y LO DEMÁS SON TONTERÍAS!! QUE LE DEN A LA ZORRA QUE NO SABES ESNIFAR!! - Y después de decir eso, cayó como un peso muerto en su sofá, demolido por el efecto de ''su propia medicina''. Durmió un buen rato y se despertó al cabo de unas 15 horas de haber dormido, sin recordar absolutamente nada de lo que había pasado la noche anterior ni cómo había llegado a casa. Pero eso a él, qué le importaba? Era feliz y se lo pasaba de puta madre tirando su vida por la borda.






P.D: Escribiendo este fragmento, me vino a la cabeza la película de Trainspotting, esa tan famosa en la que sale Ewan McGregor, y no pude evitar pensar que el diálogo introductório de la película ( gran diálogo, por cierto) cuadraría con el texto. A los que no hayais visto la película, os la recomiendo, es muy buena. Os dejo el texto introductório para que saquéis vuestras propias conclusiones:


''Elige la vida, elige un empleo, elige una carrera, elige una familia, elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige hipoteca a interés fijo, elige piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos, un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos. Elige bricolaje y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver teleconcursos que embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte, elige tu futuro, elige la vida. Pero por que yo iba a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida, yo elegí otra cosa. Y las razones? No hay razones. Quién necesita razones cuando tienes heroína?''

Mark Renton ( Ewan Mcgregor) - Trainspotting

miércoles, agosto 25, 2010

Sueños oscuros.


''He was such a cold one. Every time someone tried to look in his depths always found nothing but despair... Such a cold eyes, such a black-as-night hair, such a numb body, such a static and lifeless thoughts, seeing how the was time passing to him, staring, watching, expecting nothing, never aspiring to something, stalking to himself, never smiling, never asking, never saying sorry, always without saying nothing... Prisoner of his very own. What people could never see was that all he ever wanted was to take out his bad feelings, to scream, to feel...''




Y ahí estaba, en la acera. Ese chico tan guapo pero tan.... Raro... Estaba apoyado al lado de un semáforo, pero no cruzaba... El semáforo se había puesto en verde ya muchas veces, pero no parecía importarle en absoluto. Él tan solo se limitaba a observar algo que parecía ausente de la Tierra, de todo pensamiento humano... Como si pudiera contemplar algo que los demás no podían. Se trataba de un chico alto, delgado, de espaldas más o menos anchas, naturales, no de gimnasio. Siempre vestía descuidado, no le importaba que llevar. Tenía el pelo muy negro y más o menos largo, de melena, y unos ojos preciosos negros como la noche pero carentes de cualquier indicio de lo que se pueda llamar vida. Brillantes pero sin luz. Casi nadie le había visto sonreir, y los que lo habían hecho eran familia suya, y lo habían visto en muy contadas ocasiones, según todos tenían entendido... Tampoco se lo oía hablar en algo que no fueran monosílabos... No le gustaba relecionarse, y no porque los demás no le gustaran o SÍ le gustaran, sinó porque no se gustaba a sí mismo... No revelaba sus sentimientos y no hablaba de sí mismo. Tenía una amiga, y otro amigo que era un chico, con los que a veces quedaba para hacer un café. Sus dos únicos amigos eran también de una belleza sobrenatural, y tenían bastante más vida que él. A menudo le decían que tenía que tomarse las cosas con más ilusión, que tenía que vivir la vida y salir de ese estanque mental, pero él cada vez les escuchaba menos y tenía menos ganas de verles... No quería que los demás se entrometieran. Se movió del semáforo. Hacía rato que estaba ahí, y ya eran las 8:30 y era oscuro y su familia probablemente le esperaba para cenar. Echó a andar con parsimónia, con sus ojos tan fríos ausentes en otra dimensión desconocida para todos. El frío de la noche pasaba tocando sin verguenza su piel blanca, cortándola. A quién se le ocurría llevar manga corta en hinvierno? Empezó a subir la avenida que lleevaba a la calle del bosque, donde estaba la casa tan grande que tenían sus padres. Era una calle tenebrosa, y, como el nombre de la calle indicaba, estaba en un pequeño bosque a pie de montaña pero a la vez cerca de la ciudad. Las sombras de los tenebrosos árboles lo acompañaban, como viejas amigas. Empujó la negra verja de la gran casa y entró. Cruzó el enorme patio y subió las escaleras hasta el portal, el cual abrió. Su madre le fue a saludar con amabilidad y le ofreció la cena en la adornada vajilla de porcelana que tenían: Una deliciosa sopa de las que preparaba, añadiendo hueso de jamón para darle sabor, y un roast beef para chuparse los dedos. En cuanto acabó de cenar ayudó a su madre a recoger las cosas de la comida y subió los tres pisos que hay hasta su cuarto, y se encerró allí. Después de cenar se sentaba en una butaca que había colocado de cara a la penumbra de la noche y el bosque. Siempre se quedaba ahí hasta caer vencido por el sueño. De las 21:30 el tiempo le pasó volando hasta las 00:00, sentado en su butaca, contemplando el exterior de la majestuosa y costosa finca, con la frialdad que lo caracterizaba. Los párpados se le cerraban y las manos le pesaban... El cansancio se apoderó de él, para meterlo en el confesionário de los sueños, los cuales conocían todo su pasado y su presente, y escuchar el ''menú del día''. No. No... En realidad el sueño era el gestor de su manicómio interior, donde tenía encerrada una víctima castigada desde que nació, en un sótano, atada a las negras y frías cadenas, aprisionada tras una verja a 80 pisos bajo el suelo... Y una vez sumido en el sueño, se reunió con él para gestionar el historial de la víctima, como cada noche. Caminó por un suntuoso pasillo de paredes blancas y suelo negro liso, caminó hasta toparse con una verja blanca que tenía un timbre colocado al lado. Tocó, acostumbrado al protocolo. Se oyó el característico ''peeeeep'' de cuando alguien te abre al otro lado del interfono. Andó hasta toparse con un pequeño despacho donde estaba sentado un hombre de pelo oscuro repeinado, con gafas, con ojos azules como el hielo, de unos 45 años, con cara de malo, sonriéndole con malicia, esperándole como cada noche.

- Hola sr. Sueño

- Qué tal estás hoy? Cómo cada noche?

- Si señor.

- Bien, eso está muy bien... - Dijo con falso interés, con un falso interés que disfrazaba la crueldad detrás de la máscara ofrecida. - Y bien? Vamos? - dijo acto seguido

- Por supuesto... - Contestó el muchacho.



El señor Sueño se levantó de su bonita y pulida mesa y cogió un pequeño dossier sujetado por un clip donde constaba el expediente diário de la víctima que tenían encerrada, la misma que iban a ver. Echó a andar por el pequeño pasillo detrás de la mesa, seguido del chico. Llegaron hasta lo que parecía una jaula, y se metieron dentro. En ella habían botones que marcaban los pisos. El señor Sueño pulsó el -80. Fueron bajando en esa espécie de jaula... Debajo del despacho del señor Sueño, en los sótanos, los distintos pisos parecían una espécie de cueva, como si el despacho diera una impresión falsa de lo que realmente esconde el cruel hombre. Fueron bajando pisos, y en cada piso, entre rejas, habían recuerdos suyos, todos tristes. que daban a entender la frialdad del jóven, la falta de ganas de vivir... El jóven Los contemplaba impasible, a sabiendas de que eran SUS recuerdos y de que estaban ENCERRADOS. Llegaron hasta el último piso, donde encontraron una enorme verja negra, con un orificio en medio. El señor Sueño sacó una llave del bolsillo de su túnica blanca de psiquiatra y abrió. Entraron a un sitio muy oscuro y encendieron una pequeña luz ubicada sobre una mesa. La luz reveló el cuerpo de un muchacho castigado, colgando de las cadenas atadas a una pared, con cicatrices. El prisionero levantó la vista y los miró con furia. Era un muchcacho igual que él. El pelo muy negro, los ojos muy negros, muy delgado... Era él, atado. Cuando el chico miraba al prisionero le daba la sensación de estar viendo un espejo que revelaba exactamente lo contrário a sí mismo. El chico y él se estuvieron mirando un rato, y el señor Sueño estaba complacido, sonriendo con la malícia de cada día, contemplando las cosas con sus ojos azul hielo, cubiertos por las gafas. El chico le dió la espalda al encadenadp y echó a andar, sin sentir nada pese a verse a sí mismo atado.


- Cuánto tiempo más te dominará?! Cuánto tiempo más te tendrá sumido en su pesadilla?! EH? Por cuánto? Cuánto más estaré aquí encerrado? Por cuánto más negarás tu parte buena y renunciarás a la vida? Por cuánto más me negarás, siendo yo tus sentimientos positivos y solo restarás tú, la parte mala de ti mismo?! Te está engañando!!!!!


El chico se detuvo y movió un poco la cabeza sin darse la vuelta, mirándole de reojo por encima del hombro.

- Tú no existes. Sabes perfectamente lo que el doctor dice: Si te suelto, me harás daño. No puedo quitarte esas cadenas.... Si lo hiciera, los demás me verían débil... Albergar sentimientos se lo dejo a los débiles como tú. Jamás confiaré en algo que no pretende hacerme ningún bien, y el bien es no dejar que te hagan daño, mantener la pureza...

- NO, ESTÁS EQUIVOCADO! ESO ES LO QUE ÉL QUIERE QUE CREAS! EN QUÉ MOMENTO TE HE INTENTADO HACER DAÑO? ME ENCERRARON AQUÍ CUANDO TU Y YO TENÍAMOS 5 AÑOS! JAMÁS HE PODIDO----

- BASTA! BASTA! BASTA! - Dijo el chico furioso, respirando con dificultad, harto de la confusión y de no saber a quién hacer caso, harto de sí mismo. - CÁLLATE! NO QUIERO VOLVER A OIRTE! SI BAJO AQUÍ ES PARA AYUDAR AL DOCTOR A HACER SU REVISIÓN! ÉL ES QUIÉN ME QUIERE HACER BIEN!

- Bien, bien, muy bien, ha llegado el momento, querido. - Dijo el señor Sueño intentando contener una malvadísima sonrisa, derrochando maldad por cada poro de su piel, por sus azules ojos detrás de sus gafas. - Ha llegado el momento definitivo, el momento de ponerle fin a este impostor. La revisión ha acabado, y tú has procedido de modo adecuado. Estoy muy orgulloso. Toma, te lo has ganado. - El señor Sueño le tendió una inyección con un líquido verde. - Ya sabes que hacer - Dijo poniéndose muy serio.

Cuando se calmó, el chico cogió la inyección y se fue acercando a su otro yo con lentitud. Al verlo, éste se puso frenético, empezó a hacer fuerza, a tirar de las cadenas deseperadamente, intentando salvarse...


- ESTÁS LOCO! NO TE DAS CUENTA DE QUE SI LO HACES VAS A MORIR?


El jóven siguió andando hacia el, sin dejar que el otro le nublara la mente y doblara sus pensamientos. El prisionero se revolvió cada vez con más rabia.

- NOOOO! NOOOO! NO LO HAGAS! NO LO HAGAS!

El chico levantó la inyección y se la clavó al preso en el pecho con furia, y presionó para que saliera el líquido verde que le robaría para siempre la vida a su víctima... Se despertó en su butaca, como cada día, y oyó una voz malvada, aún intentando despertarse del letargo, con sus párpados pesantes, sin poder mirar de cara a la claridad del día naciente, que pentraba en sus pupilas cegándole...


- Bien hecho, hijo, JAJAJAJAJAJAJAJAJA!!


No entendió nada, pero ya jamás volvió a ver al doctor sueño, ni a sus amigos, ni se llevó bien con la madre que tanto le había querido a pesar de su modo de ser, y no tuvo más remedio que encerrarse en su torre, en su habitación, apartado por siempre de todo y de todos. Las sonrisas ya se habían ido, el amor había desaparecido, la contemplación y la admiración se habían esfumado, y ya solo le quedaba su parte negativa... En ese momento comprendió que realmente había muerto, no físicamente, si no algo mucho peor, y que ya jamás nada le ayudaría a remediar ese error que tenía la finalidad de evitar el dolor y los malos sentimientos que los demás podían hacerle sentir. Había tendido una barrera entre él y el mundo PARA SIEMPRE y lo peor de todo era que no sentía nada respecto a ello...

martes, agosto 24, 2010

Mentiras a medida


Lo que estaba sucediendo escapaba a su comprensión de lo racional. Se encontraba de pie en lo que parecía en una acera. Se encontraba estando en lo que parecía una avenida. Contemplaba un gran monumento, o eso parecía. Había sentido admiración por aquel cielo azul que ya no parecía real en ese preciso instante. Se daba la vuelta constantemente de un lado a otro, como si tratara de averiguar la verdad de lo que estaba sucediendo, pero no veía nada. No habían palabras lo suficientemente reales para describir aquella irrealidad. Aquella CORRUPCIÓN de la realidad. Aquello que hasta hacía segundos, tan solo segundos, era real. Todo lo que lo rodeaba se estaba deshaciendo, literalmente. Su realidad, su mundo, su conocimiento de las cosas tal y como las percibía, parecía que se iban al garete, como si desde un primer momento todo aquello ya perteneciera a un limbo, como una casa de muñecas, como una maqueta... Ahora, todo aquello parecía una pizza metida en el horno a 210ºC. Y, pese a no creerlo... No, mejor aún, pese a NO QUERER creerlo, el mundo se deshacía, riéndose de él. Sus ojos estaban abiertos de par en par, su cuerpo estaba agarrotado, paralizado ante aquel cruel y burlesco espectáculo que ponía a prueba el límite de su cordura. Sus pensamientos buenos y malos dejaron de tener sentido, ya no tenía sentido NADA en lo que había creido y en lo que le habían enseñado a creer... Sentía mucho miedo, y soledad, su cabeza temblaba, sus pensamientos se derretían a la misma velocidad que aquella avenida, que aquella maqueta llamada realidad por capricho humano que parecía parte de un pastel gigante de alguien que lo estaba pasando en grande. El tiempo ya no existía, el espacio era absurdo, la profundidad, la velocidad, todo aquello que puede formar las más de 3 dimensiones conocidas por los humanos, se reía de los creadores de tales conceptos y leyes, de él, de todos. Todo era un absurdo gigante. No estaba dispuesto a aceptar que todos sus conocimientos, todo lo que él quería, aspiraciones, etcéteca... En definitiva, su realidad, se fundiera del mismo modo. En aquel momento su novia lo sacudió en el tren, de camino a la universidad, y salió de su ensimismamiento. La chica le dijo, entre divertida y preocupada:

- Pero dónde estabas? Qué tenía ese edificio de ahí delante tan interesante que no paras de mirarlo? Mirame a mi, hombre!

Le dió un beso muy cálido, muy real, muy apasionado, que lo devolvió de vuelta a su cálida rutina. Sintió como si resucitara, como si hubiera estado sumido en un profundo letargo durante centenares de años... La chica seguía besándole y jugando con él mientras éste intentaba concienciarse y recuperarse del flash que había tenido, procurando distinguir entre ficción/realidad.

- Oye, después de la uni vamos a tu casa... Jeje, ya sabes, podríamos hacer ''algo''... - Dijo la chica sonriendo picaronamente

- Claro...


El confuso chico sintió un profundo alivio, a la par que un miedo comprensible para él. Tuvo una iluminación en aquel sueño que debió durar segundos: La realidad era frágil. Las cosas podían cambiar en cualquier momento, sus creencias eran tan solo provisionales, sus sueños, cambiantes, pero, en cambio, sus miedos eran siempre iguales, como si una persona le hubiera intriducido esos conceptos en su mente para que él se aferrara... Pero se dijo a sí mismo que valía la pena vivir en algo tan frágil y que tenía muchos números de ser una gran mentira, pero decidió que prefería vivir engañado, en caso de que la vida le estuviera mintiendo,












él estaba a gusto viviendo en SU mentira...






Y quién no?

viernes, agosto 20, 2010

El otro lado.


Los chicos del solar estaban jugando a fútbol tranquilamente. Reían, se daban palmadas en la espalda a cada gol, y se decían unos a otros casi gritando: Pásamela, pásamela! Cada día después del colegio iban y jugaban entre ellos hasta que se les hacía de noche. El partido estaba en un punto muy interesante cuando apareció aquel chico raro de su clase. Sí, aquel que en ocasiones recurría a la violéncia para conseguir alguna cosa. En ese momento, muchos de los niños dejaron de jugar y se lo quedaron mirando, a la expectativa, temerosos de cual iba a ser su acción. No había ni entrado en el solar, tan solo los observaba. Iba mal vestido, era más o menos alto para tener 11 años. Tenía el pelo castaño y despeinado. Era moreno de piel. Y siempre esos ojos, unos ojos que rebosaban algo que a los chicos de su edad se les escapaba. Eran de un azul muy brillante, con un fulgor intenso destinado a no apagarse jamás. Los chicos le tenían mucho miedo, muchas veces se metía en peleas por cosas estúpidas y no parecía tener el menor remordimiento. No tenía amigos, tan solo conocidos sugestionados por el terrible miedo que les influía. Pero no sabían que el chico miraba con tristeza. Miraba a los chicos jugando a fútbol cada día sin que se dieran cuenta. Les miraba muy triste porqué nunca le invitaban, ya desde que tenían 7 años. Les miraba con una tristeza soñadora, ansiando estar algún día entre ellos. Pero por encima de todo, el jóven sabía que no les gustaba, sabía que lo tenían como a un bicho raro y que no querían tenerle cerca. Eso le causaba enfado y lo cegaba de rabia. Mientras los estaba observanndo jugar a fútbol y algunos le miraban sintió uno de estos ataque y les gritó: QUÉ MIRAIS EH?! Y se fue andando por las calles a solas, con la mente llena de pensamientos, la mayoría malos. Andaba mirando la acera y pensando muy asustado que era la hora de volver a casa, su ''hogar'', su único refugio. Intentaba ir más lento, hacer pasos más cortos y mover más lento las piernas, pero sabía que no tenía a ningún sitio más que ir. Al cabo de unos 5 minutos ya estaba debajo del portal de su casa. No llevaba llaves, así que picó. Al cabo de unos segundos le recibió una voz furiosa a gritos:

- QUIÉN COÑO ES?!

- Yo papá...

Se oyó el pitido del interfono y pasó dentro. Subió las escaleras con el corazón latiéndole rapidísimo. No quería entrar, pero tampoco podía irse. Empezó a resoplar. La vista se le nubló y las entrañas se le encogieron en un puño al ver la puerta abierta. Entró muy lentamente en su casa, y escuchó lo de siempre: Música puesta, su madre llorando tirada al lado del sofá del comedor con moratones en la cara, y un padre borracho a las seis y media de la tarde que pegaba como práctica habitual a su pareja.


- Ya estoy aquí...

- NIÑO, DÓNDE COÑO TE HABÍAS METIDO? TE CREES QUE ESTAS SON HORAS DE LLEGAR? QUÉ ESTABAS HACIENDO?

- Daba una vuelta...

- QUE COÑO TIENE LA CALLE QUE TE GUSTA TANTO? ES QUE NO TE GUSTA TU CASA?


Esta pregunta le impactó sumamente. Respondió a su padre poco a poco, con la voz temblorosa:

- N-No, c-claro que no, perdona papá...


Poco a poco, cruzó el comedor donde estaba su madre llorando desconsoladamente y pasó de largo la habitación de sus padres, donde su padre estaba tirado, borracho como casi siempre. Andó muy lento, intentando aguantar todo lo que el corazón le pedía que hiciera. Llego hasta la puerta de su habitación, y giró el pomo poco a poco. Entró y cerró el pestillo. Se sento en la cama con las manos alrededor de la cara y rompió a llorar, como todos los días...















Los niños de su clase jamás sabrían el porqué de sus acciones, jamás sabrían el porqué de aquellas miradas que escondían tanto, y que tenían tanto que ofrecer y que a ellos se les escapaban. Ellos sólo veían a la escória que era el niño: Un gamberro sin oficio ni beneficio, juzgado siempre en vista de la apariéncia que ofrecía... Al fin y al cabo, quién apuesta por ser amigo de una persona no aceptada entre los niños de la clase y que está tan determinado por su apariéncia?

lunes, agosto 16, 2010

Realidad > Ficción?


Se encontraba en un laberinto lleno de espejos, de pie, recostado en una pared, procurando recobrar el aliento perdido tras tantísimos años de ejercicio, exprimiéndose la cabeza mientras se iba recuperando, desafiando a su imaginación, intentando averiguar dónde estaba la salida de aquel vítreo laberinto... El sudor se deslizaba por su frente muy lentamente, sus ojos verdes estaban disfrazados de rojo, máscara facilitada por el agotamiento físico y mental. Llevaba dando vueltas sin encontrar la salida a aquel críptico sitio durante casi 18 años... Y ahora parecía que el cansancio se iba a apoderar de él para arrebatarle la tan ansiada victória después de tanto tiempo encerrado. Frunció el ceño con furia, apretó los puños y sus ojos se volvieron del color de la agresividad... ''NO, ESTE NO ES EL SITIO DE DETENERSE!'' Se dijo a sí mismo con ira, intentando no resignarse a caer preso de lo que parecía la única salida: En lo alto del laberinto, en en el techo, había un agujero considerablemente grande, y un montón de sujetos le observaban desde el, tendiéndole la mano, invitándole a unirse a ellos. Pero no iba a caer en su truco... Siguió corriendo por los estrechos pasillos con brío, con la camiseta muy sudada. Las piernas le pesaban, los ojos y la cabeza le dolían, el sudor le ardía en los poros de la piel, los latidos los sentía disparados a velocidades inimaginables, pero no iba a rendirse. Corría, de un pasillo a otro, ahora derecha, luego izquiera, ahora subiendo escaleras, saltando desniveles, intentando encontrar el hilo de oro que lo sacaría de aquella pesadilla. Los individuos en la ventana del techo miraban, siempre con la misma expresión de no sentir absolutamente nada, con la mano tendida, esperando su rendición con ansia... Pasaron muchos años, y el chico, ya un poco más viejo, finalmente cansó de correr y luchar por encontrar la salida. Se dobló de rodillas en el suelo, rendido ante el cansancio, respirando rápidamente, con los ojos clavados en el suelo. Los espejos parecían reirse de él, reflejando la situación penosa en la que se encontraba. Empezó a sollozar, con el mentón muy tembloroso... No sabía lo que le esperaba, pero sabía que no era bueno... Aunque prefería aferrarse a eso antes que seguir corriendo para siempre por escapar del laberinto. Poco a poco empezó a volver la mirada hacia donde estaban los individuos extraños tendiéndole sus respectivas manos. Estos seres se sintieron triumfadores, pues sabían lo que se avenía. Sintiéndose humillado y derrotado, desesperado por tantos años corriendo por el laberinto de los espejos que no parecía acabarse con el deseo inalcanzable de escapar, finalmente decidió, muy a su pesar, aferrarse a su única solución: Poco a poco, mirando a los individuos, se secó las lágrimas, y empezó a tenderles la mano a los sujetos. Cuando la tuvo tendida, los sujetos sonrieron con malicia, y una luz blanca lo cegó todo. Poco después, un chico se despertó gritando:

- NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

Resoplando medio incorporado en su cama, sudando, intentó enfocar sus ojos verdes, mirando las sábanas que lo arropaban. Contempló su cuarto, y sintió la luz del día entrando por su ventana. Escrutó con la mirada cada rincón de la estancia, sin encontrar rastro del laberinto, pero no se sintió aliviado en absoluto, algo no estaba en su sitio... Se levantó de la cama, se duchó, se vistió, desayunó, y salió a la calle a que le diera un poco el aire y ver si podía superar la confusión proporcionada por lo que había parecido ser una pesadilla. Ya en la calle, observó el montón de sujetos parecidos a los de su sueño, caminando cada uno con un rumbo distinto, desconocido para él, con sus respectivas caras de indiferéncia pero sin tener la mano tendida ni mirárle a él constantemente. Unos más gordos, otros más delgados, unos hablando por teléfono, otros mirando el reloj, unos más altos, otros no tanto, más morenos, más rubios... Cuando se vió rodeado de aquella masa de sujetos y vió lo que estaba sucediendo, comprendió que finalmente su sueño se había hecho realidad: Los sujetos tendiéndole la mano en el techo del laberinto le habían atrapado para siempre en el mismo laberinto, representado de otro modo. Sintió que estaba irremediablemente destinado a correr para siempre entre pasilos apretujados cargados de espejos siendo siempre observado por aquellos extraños y aterrorizantes individuos que le ofrecían una alternativa exactamente igual a la que ya tenía, sin jamás poder alcanzar la salvación.

domingo, agosto 15, 2010

Buena vida.


Un hombre y una mujer, vestidos con trajes no precisamente baratos, estaban sentados en una mesa, disfrutando de una abundante y sabrosa cena a la luz de un par de velas y el fuego de la chimenea. Como si de un compás predispuesto se tratara, cada varios trozos de carne cortados y comidos, se miraban, clavándose ambos sus intensos ojos. El silencio entre ambos se veía interrumpido constantemente por el movimiento de los cubiertos en el plato. El vino tinto brillaba con un color rojo intenso en las copas de los dos individuos, a causa de la luz desprendida por las llamas, que ardían con brío. No habían bebido un solo trago. Los minutos iban pasando lentos, pero no incómodos, y la negra noche de luna nueva fuera de la gran casa se iba haciendo aún más oscura a medida que las horas pasaban. El hombre dejó de comer y dejó los cubiertos sobre el mantel, y se quedó contemplando a la bella mujer que lo acompañaba en la cena, que transcurría como un ritual solemne. Rubia, con los ojos de un verde que despertaba la envidia y admiración de cuantos la miraban, con la piel no muy blanca pero tampoco morena. Alta, esbelta. Comía, sabiendo que el hombre la miraba todo el rato, pero hacía ver que no se daba cuenta. Cuando al cabo de un rato también se cansó de comer, respondió a la conteplación del hombre con una mirada inquisidora, esperando ver que decía o hacía su compañero de mesa. El vino seguía intacto, y la mirada del hombre no variaba... Todo el rato la misma expresión. La mirada inquisidora contra la mirada contemplativa hizo que los minutos se volvieran algo incómodos, hasta que finalmente, la mujer decidió hablarle al hombre, mirando el vino:

- Y hoy, por que brindamos?

- Brindar...?

- Por supuesto, todos los días brindamos. No romperás la tradición, verdad?

- Se me acaban las ideas de por que cosa brindar...

- Quizás es que brindamos demasiado?

- Quizás es que no tenemos ni idea de que celebrar, puesto que no tenemos nada teniéndolo todo...

- De que hablas? Otra vez uno de tus ataques filosóficos?

- ...


El tiempo ahora sí que transcurría muy lento... Como si cada segundo fuera un minuto. De repente, toda la escena tan entrañable de la cena al lado del fuego, disfrutando de mucha y buena comida cocinada por las manos de unos buenos criados que servían con fidelidad a sus amos en una gran mansión tomó un caliz diferente. Lo que parecía bonito se derrumbó, dejando ver que tan solo era la fachada de una maqueta de falsa felicidad, pintada con colores vivos para no dejar entrever lo que realmente sucedía al otro lado de la maqueta. Lo que ahora se observaba en los dos individuos era un sentimiento mútuo de querer algo que les faltaba que no poseían pese a tenerlo todo y más de lo que muchos pudieran desear.

- No piensas decir nada? Vas a estar mirándome toda la cena y permanecerás callado?

- Y qué digo? Algo que no creo? Sigo la farsa? Disfruto de todo lo que tengo pese a que no me satisfazca? Te digo que te quiero cuando tú sabes que eso no es así y que si estamos unidos es por un matrimónio de conveniéncia? Propongo comprar una propiedad más como esta para tener ya casi un centenar de sitios a los que ir a veranear? Te propongo un falso brindis y olvidamos esto? Digo que la comida está muy buena para romper el hielo pese a no ser lo que yo pretendo? Qué? Qué hago? Qué digo? Qué es lo que quieres oir?

- Definitivamente es uno de tus momentos de lucidez.

- No te das cuenta? Esta vida es una mierda avivada a base de mentiras y brindis diários sin ningún motivo... Te das cuenta de que ayer brindamos porqué te pintaste las uñas? Estamos aburridos el uno del otro, estamos aburridos de esta basura... Cuando hacemos el amor, hasta en eso fingimos... Somos una fachada tan grande como la mansión que tenemos. No somos nosotros. Somos una ilusión. Ni siquiera sé del cierto si te conozco a ti o solo una de las caras que me has querido mostrar por los mismos motivos que yo lo hago.


La mujer miraba con cara de aburrida al hombre, haciendo ver que escuchaba, cuando en realidad las palabras le entraban por una oreja y le salían por la otra sin que quedara rastro de ellas en su cabeza.

- Estoy cansado, y tú también lo estás... Mira la cara de falso interés que tienes... Estás cansada del mismo cuento cada día, igual que yo...

- Y qué? Es que a caso tiene solución? Que harás? Desheredarte tú mismo? Darle tus tierras a unos hijos que no tenemos a causa de que no sentimos nada el uno por el otro? Piensa con la cabeza...!

El hombre se sentía furioso, triste, insatisfecho, infeliz, y incomprendido... Y empezó a enfurecerse... Entro en una espécie de trance... Se le hinchó la vena de la sien y los ojos se le salían de las órbitas. Y empezó a chillarle a la mujer.

- Ya estoy HARTO, ME OYES? H A R T O! ESTOY HASTA LOS COJONES DE ESTA MIERDA DE VIDA FALSA! QUE TE CREES, QUE NO SÉ QUE TE TIRAS AL NEGRO DE LA COCINA? JODER QUE NO SOY TONTO! A TI TE LA SUDA TODO ESTO, A TI YA TE ESTÁ BIEN ESTA FARSA! ERES UNA ZORRA EGOÍSTA! QUE QUIERES, MIS TIERRAS? TE LAS PUEDES METER POR EL CULO! QUE SEPAS QUE----

- Ya está bien. Deja de decir gilipolleces y vete a dormir, mañana ya será otro día y podremos hablarlo con más calma.


Ahora el hombre ya no estaba furioso, si no que se puso a llorar desconsoladamente. invadido por un súbito sentimiento de tristeza y desconcierto.

- Y compartir la cama con una persona por la que no siento nada? Y mañana despertarme y que sea otro día de mierda más? Yo no quiero esta vida... Yo no quiero un mañana, yo no quiero un ''ya lo hablaremos mañana'', no quiero un tu y un yo, no quiero brindar más cada día por gilipolleces... Prefiero que te folles al negro y me dejes a mi en paz...


- Cállate de una vez, imbécil.

- A ti todo esto te importa un carajo.

- ... Si te digo que no pese a no ser así, te callarás de una vez?...


Cuando la cosa parecía que ya no podía ir a peor, el hombre, llorando a lágrima tendida, se levantó de la mesa y empezó a andar con desesperación por la sala, como si estuviera pensando o buscando algo... Finalmente, tuvo una idea y se acercó a la mesa, cogió el cuchillo de cortar la carne, y en un acto impulsivo, se lo clavó en el pecho delante de la mujer. Poco a poco, la sangre iba emanando de su pecho, como un manantial, y cayó al suelo, derrumbado, tiñiendo la bonita alfrombra cerca de la chimenea de rojo vivo. Las llamas seguían ardiendo con el mismo brío que habían tenido durante toda la velada, y la mujer permanecía sentada, con la copa de vino en la mano y con cara de indiferéncia, como si no hubiera pasado nada fuera de lo habitual. Sin más, depositó la copa sobre la mesa y llamo al servicio, que estaba fuera del comedor, siempre atento a la llamada de sus amos, y les pidió que limpiaran la sala y recogieran el cuerpo. Los criados quedaron estupefactos ante la escena cuando entraron y vieron de que se trataba, pero no dijeron nada y hicieron tal y como se les había ordenado. Cuando entre los dos que entraron a la sala se llevaron el cuerpo inerte, la mujer se levantó y volvió a coger la copa, y se aproximó al gran ventanal que había cerca de la mesa, desde donde se veían los bosques bañados en la oscuridad de la noche de luna nueva y alguna silueta de las montañas. Se veía a sí misma reflejada en los ventanales, apuesta, alta, y esbelta, con su deslumbrante vestido rojo y sus fulgurantes ojos verdes. Sonrió a su reflejo y en voz alta dijo:

- Y hoy, por que brindamos?