lunes, enero 24, 2011

Dreamer


Se miraba en el espejo del ascensor, y veía una cara de profundo desquicio. Eran las ocho y media de la noche, como de costumbre, y acababa de salir del trabajo. Con cara de falsa paciencia y con ojos que pedían a gritos una pizca de felicidad en su día a día, iba viendo en el mismo espejo que reflejaba su cara de desquicio cómo los botones de cada planta se iban iluminando a medida que el ascensor subía. Llegó a la cuarta planta y recorrió el pasillo, arrastrando los pies y cargando de la espalda con su mochila, en la que guardaba su ordenador portátil, por temas de trabajo. Poco a poco fue avanzando hasta toparse con la puerta. Sacó las llaves del bolsillo con cierta pesadez, y las introdujo en la cerradura. Abrió la puerta, y encendió la luz del recibidor. Inmediatamente vió el pasillo principal del piso iluminado, y depositó su mochila en el taburete al lado del espejo de la entrada y las llaves en la urna correspondiente. Resoplando, avanzó por el pasillo con la mentalidad de darse una ducha y luego prepararse la cena. Oyó unos aullidos que provenían del comedor, y su pastor alemán le saltó encima, ladrando y relamiéndole la cara. El chico esbozó una sonrisa y acariciando la cabeza al perro le dijo con voz quejumbrosa:

- Anda, estate quieto, ahora jugaremos... Déjame que me de una ducha...

Poco a poco, lo apartó de encima suyo y en su travesía al cuarto de baño seguido por el perro, que soltaba ladridos cariñosos en busca de la atención de su amo, paró en el comedor y encendió el equipo de música, en el cual insertó un CD en el que ponía: ''Pink Floyd''. Sabiéndose de memoria las pistas, pulsó el número siete y empezó a sonar la calmada melodía de ''Comfortably numb''. La voz suave en la canción retumbaba a todo volúmen en las paredes del piso... A los pocos segundos, empezó a oir golpes que provenían del techo, y con cara de moléstia, se dijo a si mismo:

- Ya estamos con la pesada de la vecina...

Sin hacer ni caso, siguió avanzando hasta el cuarto de baño poniendo caras burlonas y moviendo las manos como si fueran éstas las que hablaban. Cerró detrás de sí la puerta, y encendió el grifo con agua caliente puesta, y esperó unos minutos hasta que se calentara lo suficiente. De mientras, empezó a desnudarse y a dejar la ropa en la tapa del váter, dejándola bien doblada. Se quitó las gafas, que habían empezado a quedar enteladas por el calor, notória en el ambiente del cuarto de baño. Poco a poco, con cierta timidez, y con prudencia para comprobar la temperatura del agua, fue metiendo una pierna, y luego la otra, verificando que el agua estaba quizás un poco más caliente de lo que él quería, de modo que corrigió un poco la temperatura. Mientras dejaba que el agua caliente lo inundara, otorgándole una sensación de alivio y relax, iba cantando en voz baja la canción, que aún se podía oír por debajo de la puerta, con el agua resbalándole por los labios, colándose caprichosamente en su boca. Pasaron unos minutos que le supieron a segundos y que le habría gustado prolongar, pero sabía que la rutina se le echaba encima, y que iba siendo hora de ir saliendo. Muy a su pesar, apagó el agua, cortando el flujo de éxtasis. Se echó una toalla empezó a secarse. Tras secarse durante uno o dos minutos, se deshizo de la toalla y se vió a sí mismo en el espejo. Contempló un jóven delgado, con poco pelo, más o menos fibrado, aunque algo dejado, con un pelo de color muy oscuro, y con unos ojos tremendamente verdes. Haciendo broma consigo mismo y echando mano de la poca autoestima que tenía, empezó a hacer poses delante del espejo y a decir tonterias, esbozando media sonrisa:

- Oh sí, nena...!

Salió ya con el pijama puesto y las gafas en su sitio. Se volvió a topar con su perro, el cual le volvió a asaltar cariñosamente. Esta vez, tras el relax otorgado por la ducha, actuó de mejor humor y se rió contento, hablándole en voz alta y desplazándose hasta el sofá, jugando con él y haciéndole enfadar. El perro empezó a ladrar, algo mosqueado. Cogió la pelota y la lanzo por el pasillo, y automáticamente el perro fué a buscarla. Volvió con ella en la boca y su amo le dedicó unas palabras de cariño y le dió un beso en la cabeza. Fué hacia la cocina y abrió la nevera, destapando la tipica pregunta de cada noche:

- Y hoy... Qué me hago para cenar...?

Sacó tortilla que sobraba de la noche anterior, un yogur, y se hizo un vaso de leche. Metió la tortilla en el microondas y bostezó calmadamente, mirando por la ventana de la cocina, a través de la cual se veia el lavadero. El pitido del microondas lo sacó de su ensimismamiento. Cogió el plato y se dirigió a la sala. Apagó la música y puso la mesita de la sala entre él y la tele para comer. Encendió el aparato y se dispuso a hacer zaping:

- Dibujos animados, el tiempo... Pornografía a estas horas?! No me jodas, a dónde va a parar esto...? Maldita tele de pago...

Fue cambiando de canal hasta toparse con el telenoticias. Cenó y vió el telenoticias hasta que acabó. Acto seguido, al ver que echaban una película, dejó las cosas de la cena por ahí, decidiendo recogerlas al día siguiente. Se echó la manta por encima, dejando un poco en el suelo, para que el perro pudiera acurrucarse. Y ahí se quedaron los dos, uno durmiendo y el otro pretendiendo hacer ver que miraba una película. Mirando las imágenes de la pantalla, sus ojos ausentes bailaban con los pensamientos, en un mundo más allá de su piso, de su hipoteca, de su rutina, de los malos rollos con la chica que le gusta, del asco de trabajo que tenía, de todo... Pero al mismo tiempo, involucrado en todo eso y mucho más: Soñaba y barajaba las posibilidades de un futuro o un presente mejor, soñaba con despertar al cabo de siete horas y tener una nueva vida, con un trabajo que le gustara, con una chica que le hiciera sentir feliz y le quisiera de verdad, con una sonrisa sincera pintada en la cara en lugar de una máscara, soñando y deleitándose con cada una de las posibilidades que le hacían imaginar un día a día a su gusto, a su medida... Con los ojos cerrándose y una sonrisa sincera y feliz como pocas esbozaba, dejó que en su mente se pincelaran los pensamientos y que el lienzo en el que se hallaba su obra de arte fuera su realidad onírica en la que ser feliz durante unas horas... Con los pies descalzos, fue saltando de nube en nube, ignorando bajo el tacto blando y suave de cada una de las que pisaba que el mañana le esperaba... Sumido en los efectos de una droga profunda que le daba un pequeño chute de vitalidad, de emoción, de flamantes expectativas para sacar fuerzas para el mañana, para luchar... Aunque al día siguiente volviera a llegar al ascensor con cara de desquicio, aunque la vecina le gritara por subir la música que le hacia soñar despierto... Soñando, siempre soñando y oteando el horizonte a la espera de un barco que se lo llevara lejos, muy lejos...

2 comentarios:

CHAPEAU dijo...

la monotonía nos envuelve en un relato cómico. El objetivo que nos queda ahora: intentar que no escriban sobre la nuestra (podría ser incluso más interesante que la de ese tío)

mezmerize dijo...

Intenta que no hablen de tu monotonía todo lo que quieras... La intimidad y el día a día del más introvertido y el más discreto de nosotros podrían ser incluso las más sobrecogedoras e interesantes... Aunque supongo que el hecho de que retraten tu rutina y la pinten como algo tan aburrido y común a ninguno nos hace gracia. No por eso deja de ser interesante leer acerca de ello ( siempre que se trate de otro).